Texto de la serie Relatos del Bolsillo / Ilustración Andrey Kasay
Hoy, una idea premonitoria se detuvo en esta pared. No tiene nada en especial o algo de diferente, pero la veo detenidamente y le digo: — El futuro me espera con un relato, ¿qué podemos hacer? —. No hay respuesta. Recargo mi cabeza en el muro, no logro escuchar a través de él. Busco algún resquicio y mis manos recorren sus grietas oxidadas.
Es entonces que tomo un lápiz a partir de esta avidez y le pinto una puerta. Escribo — AHORA — en la parte de arriba. Escucho un portón abrirse al lado, de donde sale un tipo mal encarado, adusto de movimientos, cara afilada y ojeras encañonadas que me dice: —¿Qué haces? — . Me acerco a pocos centímetros y respondo: — El futuro me espera e hice una puerta para poder abrirla y llegar —. Pone su mano sobre mi hombro: — Así, sin más, estás dañando mi pared, que idea tan más absurda —.
De mi bolsa saco un papel, escribo en él — FUTURO —, se lo doy al señor:— el futuro ya está escrito como podrá ver y necesito de palabras para alcanzarlo —. El señor se rasca la cabeza y se frota el mentón buscando alguna idea que le ayude comprender y dice: — pero si es una pared, no llegará a ningún lado con tan solo pintar una puerta —.
Pienso.
— Eso fue antes de que usted apareciera, no necesitaba de más, pero debo decirle que ya tengo una historia gracias a usted, y le pido una disculpa por su pared —.
Borro el dibujo sobre el muro, se queda callado y empiezo a caminar, él se sienta en el piso y se queda con el papel en dónde está escrita la palabra futuro.
Acabo por ahora, necesito de más palabras para seguir avanzando y sé que hay más muros de frente.
Deja un comentario