Quasar, parte 1

Aquí va un primer texto después de un accidente, y en plena resignación al cautiverio. Es una luz de bengala, sí, apenas una señal, que apenas sucede, un exabrupto que me confiere, eso sí, una oportunidad para ir contando algunos de los instantes que me fueron conformando imágenes sin filtros durante estas últimas semanas, donde alcancé a ver los detalles que acentúan la idea de la humanidad, la transgresión silenciosa, la violencia al paso y el tiempo en su dilatación.  

Caída

Tengo un podcast llamado Itinerante en el que voy de visita a lugares y hago entrevistas con una “cabina móvil”, conformada de dos micrófonos y una grabadora tascam. Como medio de transporte para llegar a mis entrevistas o hacer reportajes, en algunas de las ocasiones utilizo la bicicleta. En la más reciente entrevista opté por utilizarla [he de establecer que comúnmente la llevó a revisar cada mes para que todo esté en regla].

Desde que salí de mi edificio, tenía ciertas sensaciones de que iba a ser un día diferente: estaba algo cansado, no había dormido bien, pero ya era un compromiso y no podía faltar.

Llevaba algunas semanas pensando en la posibilidad de dejar de hacer este proyecto ya que todavía no había logrado que fuera sustentable. A la par, me cuestionaba otros proyectos similares. Estaba en medio de signos de interrogación en mis cotidianos.

Entrevisté a Jesús López, fotógrafo que ha trabajado para proyectos como el National Geographic durante muchos años, uno de los principales referentes de esta revista en nuestro país. El motivo de la conversación fue la presentación de una exposición en las rejas de Chapultepec con el tema del Día de Muertos, a partir de un libro el 02.11. Día de Muertos de Trilce Editores. López colabora tanto en el libro como de la exposición.  

La entrevista resultó bastante interesante. Hablamos de su trabajo como fotógrafo para adentrarse en las comunidades y barrios, para poder hacer su trabajo de la mano de la gente y de su experiencia para realizar fotografías de las zonas arqueológicas de nuestro país.

Terminamos la entrevista, nos despedimos, caminé de regreso sobre Reforma, donde había mucha gente a la expectativa de las festividades del Día de Muertos en la avenida, turismo de ida y de regreso. Entonces tomé mi bicicleta del Centro de Cultura Digital, donde la había dejado estacionada. Al subir, el volante venía “raro”, pero podía conducir. Bajé hasta Sevilla y el manubrio seguía mal, podría maniobrar, era la primera vez que me pasaba algo así, y pensé en ir despacio para llegar al taller a donde por lo general la llevo a arreglar, ubicado en la Narvarte, bajarme y caminar desde Sevilla y Av. Chapultepec me resultaba complicado. Pude haber buscado en Maps un taller más cerca, pero también ya quería llegar por mis rumbos, es esa sensación de sentirte en casa que te rodea en diez bloques a la redonda.

En ese semáforo, un tipo que venía detrás que también usaba una bicicleta, cara aguileña, cabello crespo, delgado, me hizo el comentario, un poco burlón: “Oye, tu bici va rara” y, sí, le comenté de mi plan. “Con cuidado”, me dijo al despedirse, pasamos la avenida y llegando a la calle de Puebla los segundos se volvieron eternos, lentos, pesados, en décadas de andar en bicicleta no había tenido accidentes. Fue que vi cómo se zafó el volante, como si lo hubieran aflojado, aunque el tubo se veía trozado con un golpe limpio; son detalles de adrenalina en milésimas de segundo, de saberse en peligro. Mi lado izquierdo completo cayó deteniendo todo el impacto. Con el volante en mano, vi cómo la escuadra de mi transporte estaba atrás, mi brazo derecho ya contaba con las huellas de la guerra en circunstancia, por decisiones. La gente que iba en bici se detenía y me preguntaba si estaba bien. Al impacto, sabía que mi brazo izquierdo era el primer caído, no podía moverlo y el dolor era intenso. Me levanté y me quité el casco como pude. Entonces vi la bicicleta, que me había acompañado ya desde hace dos años, en el piso, rota, partida en dos, sabía que no iba a volver a utilizarla. Mi caballo había sido herido de muerte.

Una bicicleta en sacrificio, un agradecimiento en volutas de fe.


Foto Andrés Villela / 15 – Octubre – 2025


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